sábado, 23 de abril de 2011

Que devuelvan lo robado


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ESTUDIOS. filosofía-historia-letras
Verano 1995

d) La invasión norteamericana a México



Consumada la anexión de Texas en el verano de 1845, el gobierno del presidente Polk buscó un pretexto para provocar la guerra contra México. Obviamente el problema ya no era Texas, sino la adquisición del territorio adjunto: Nuevo México y conseguir la expansión al Pacífico mediante la compra de California. Polk trató por medio del comodoro Stockton de inducir un enfrentamiento entre mexicanos y norteamericanos en el territorio en litigio, ya no entre México y Texas, sino entre los Estados Unidos y México, esto es: la franja comprendida entre el Río Nueces y el Río Bravo. Stockton fracasó en su intriga, pero fue enviado por Polk con misión similar a California. [Nota 26]
El fracaso de Stockton en Texas no arredró al presidente Polk, quien queriendo utilizar todos los medios a su alcance envió a un comisionado ad hoc a México con el fin de llegar a un acuerdo sobre las nuevas fronteras. El comisionado fue John Slidell, quien arribó a México en diciembre de 1845, en momentos especialmente delicados, ya que al poco tiempo tuvo lugar un golpe de estado contra el gobierno del presidente Herrera. En enero de 1846 se instituyó el gobierno de Paredes y Arrillaga, quien por medio de su ministro de Relaciones Exteriores, Castillo y Lanzas, se negó a recibir a Slidell, éste se vio en la necesidad de abandonar el país a finales de marzo, y por lo mismo, no se llegó a ningún arreglo .[Nota 27]
A principios de mayo se produjo el deseado enfrentamiento entre tropas norteamericanas y mexicanas en el territorio en litigio. Este último acto, aunado al agravio hecho a Slidell, además de las reclamaciones no satisfechas por México a ciudadanos norteamericanos, conformaron el cuerpo de la declaración de guerra, ya preparada con anterioridad. Polk únicamente agregó la frase: "ha sido derramada sangre norteamericana en territorio norteamericano".[Nota 28]
Taylor invadió México por el noreste; Kearney ocupó Nuevo México y California. Scott inició una penetración cuya base fue el puerto de Veracruz y, de esta manera, se obtuvo la conquista de la ciudad de México. La invasión norteamericana constituyó prácticamente un paseo militar. México sufrió una serie de derrotas: sólo de la Batalla de la Angostura, se puede a fírmar que la victoria pudo ser realizada o al menos se logró un empate.[Nota 29]
México sustentó un esfuerzo por llevar a cabo una guerra de corso contra embarcaciones norteamericanas, que ocasionaran daños a su comercio. Únicamente en un lugar tan distante -como el Mar Mediterráneo- esta tentativa alcanzó un fruto pasajero; un corsario mexicano logró la captura de una goleta norteamericana. [Nota 30]
Desde mi punto de vista, la más importante respuesta mexicana ante una guerra perdida lo constituye el Tratado de Paz de Guadalupe-Hidalgo. Ya no es posible repetir que la paz fue producto de las circunstancias; se fraguaba en los Estados Unidos un movimiento muy importante destinado a la absorción de todo México. [Nota 31]
Fue un esfuerzo llevado a cabo por la "administración queretana" dirigida por el presidente Manuel de la Peña y Peña y de los comisionados de paz, Luis G. Cuevas, Bernardo Couto y Luis Atristáin, quienes negociaron con el enviado norteamericano, Nicholas P. Trist, el Tratado que pondría fin a la guerra. Esta negociación constituyó un esfuerzo inmenso, tanto por preservar la mayor parte de] territorio posible para México, como por el apremio de velar por la suerte de los mexicanos que pasaban a ser extranjeros en su propia tierra. Los negociadores consiguieron preservar Baja California y que ésta continuara comunicada por tierra con Sonora; se ofrecieron garantías a los mexicanos que vivían en los territorios cedidos -mismas que después fueron quebrantadas por las autoridades norteamericanas- y se vieron en la necesidad de aceptar una indemnización, especie de venta forzosa por el inmenso territorio perdido. [Nota 32]
Justo Sierra ha señalado que el Tratado de Guadalupe-Hidalgo fue muy doloroso, pero no ignominioso. Cabría hacer la comparación de éste con otros tratados referentes a la historia del propio siglo XIX, para concluir reconociendo que los comisionados mexicanos realizaron el trabajo más decoroso posible. [Nota 33]

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